Entre la sabiduría y el radicalismo
Algunas veces me han preguntado si me considero escritora y artista simplemente por el material inédito que acopio, por lo publicado en libros, revistas, webs, o por pura vocación. La respuesta es: "porque amo lo que hago", porque en el fondo sé que soy una aprendiz y que voy a morir siéndolo, pero debo darle una denominación a mi vocación por la literatura, la poesía y la plástica. Pero si de algo estoy segura es que todos seremos eternos aprendices, solo que a veces el orgullo no nos permite ver más allá de nuestros propios egos.
Este mundo no es de sabios, pocos sabios han habido y pocos más quedan por venir seguramente; pero tampoco este mundo lo será de radicales, porque han fallado todos los modelos de radicalismo.
Verdaderamente hay muy pocos sabios, y los ególatras, envidiosos, rencorosos y enjuiciadores, seguramente no lo son ni llegarán a serlo jamás.
Los radicales, pueden dejar de serlo,estoy segura que todos podemos cambiar si queremos. Considero que cada equivocación que cometemos es otra oportunidad para aprender, y que medir nuestro crecimiento por pequeño que sea, con la desvalorización de los otros es muy deshonesto, y un acto poco sabio. Cuando basamos nuestro pensamiento en la crítica y en el desmedro ese pensamiento negativo nos va volviendo cada vez más radical y nos aleja de la amplitud del pensamiento positivo.
La vida no es una carrera y el escritor, en su profesión u oficio, no debería basar la vida y evolución de su arte en la crítica, sino más bien en la aceptación, porque al fin y al cabo este sistema justo o no, se rige por estos términos. Más, debería basar su trabajo en su aceptación, primordialmente, y en la del lector en segundo término, y por último en la crítica. Siempre el público es el soberano y el autor es el dios creador. Los críticos son la aristocracia vecina que podrán juzgar una obra según su forma, pero jamás según un modelo creativo, porque no son dioses.
Una buena obra por sobretodo debe ser original y transgresora, por lo tanto no debe atenerse a ninguna ley, aunque los académicos y estudiosos así lo consideren, los creativos nunca deberían dejarse manejar por leyes, mas allá que las que dicte su popia creatividad.Sino, todo se transforma en industria, hagamos lo que vende... Por cierto que la aceptación del público debería ser la ley de mayor peso, pero luego de que la obra ya esté en sus manos. Claro que en un mundo cuyos modelos económicos se basan en la desigualdad, eso es imposible...
Aunque no soy crítica, me gusta escribir opiniones sobre los libros que leo, pero al no ser una experta, trato de dar mi opinión sólo sobre libros que me agradan, porque detesto ser negativa, eso se lo dejo a otros. Y por una filosofía de vida que he adoptado busco siempre lo positivo para publicar en mis blog., y las denuncias que hago las baso en la esperanza de cambio y en la sensibilización del lector. Así que sin importar demasiado la filiación política del escritor, ni su pensamiento religioso o filosófico, mientras no arremeta contra los derechos de los demás y me agrade su obra, la disfruto y posteriormente la recomiendo.
Siempre trato de promocionar las obras y proyectos culturales que puedan aportar a la sociedad y al individuo en su desarrollo. Considero los estilos y géneros, busco diversidad y originalidad. Escucho las recomendaciones de mi colaborador y de algunos otros amigos, porque la cultura no sólo la forma una elite artística. Por eso en este blog se habla sobre literatura, plástica, poesía, música, comics, cine; se promocionan eventos, presentaciones, exposiciones, concursos y convocatorias de todo tipo y procedencia.
Y como la vida me ha enseñado que entre las discriminaciones y juzgamientos hay una línea muy delgada, pongo atención cuando veo un acto que se parezca a alguna de las dos. Pues a veces nos tomamos atribuciones para juzgar y lo hacemos desde nuestro pensamiento flechado en una sola dirección, entonces seguramente estamos discriminando al otro por su pensamiento.Y eso es un acto extremo y detestable.
A lo largo de mi vida he conocido lo que es ser discriminada por mi pensamiento, religión o condición social. Sé lo que es que se pierdan fotografías en las que está implicado mi trabajo, o que se borren archivos como por arte de magia. Que se rían y burlen de mi pensamiento religioso, que inventen reglamentos para quitarme privilegios o que se me cancelen asignaciones mientras se pasan las decisiones como si fuera una papa caliente entre ciertas manos radicales. Sé lo que es que me cierren las puertas de algún medio sin dar explicaciones y que desaparezca un blog de mi autoría en una plataforma sin previo aviso, y todo esto me ha sucedido mientras en otro lado se me destacan textos y se me otorgan privilegios y cargos. Justamente hace muy poco tiempo sucedió algo muy interesante, pues en la misma semana que cerraban uno de mis blogs en Participación El País, lucía El reino de Seda II en la página de inicio de Montevideo Portal como destacado.
De esto he aprendido que nadie es el dueño de la verdad y que el principal motivo no han sido ni mi persona ni mi trabajo sino que todo se fue sucediendo por no coincidir con mi pensamiento, como si el derecho a la creatividad y al pensamiento sólo pertenecieran a una elite o clase social y política. En definitiva todo sucede por el infame radicalismo del pensamiento.
Por todo esto y algunas otras causas es que no coincido con ningún tipo de radicalismo, ni en el arte, ni en la política, ni en la religión, ni en la sociedad en general.
Yo, me defino anarquista porque creo en la soberanía del pueblo, y en la igualdad, no en las clases ni en los modelos económicos que sobrevaloran unos trabajos a los otros, y aunque sé que el modelo es inaplicable en este momento, me proyecto en el futuro desde el pasado y analizo cuanto me han decepcionado los modelos políticos del mundo en siglo XX, el radicalismo tan alejado de la sabiduría...sueños, que no se pudieron llevar a cabo por la desmedida ambición de unos pocos...pero amo la paz, y a su vez respeto las autoridades establecidas en este sistema democrático aunque muchas veces no haya coincidido con ellas; pues considero que el cambio debe provenir de nosotros mismos, de cada uno de nosotros.
Creo que los seres humanos debemos cultivar los valores morales por sobretodo buscando el "ser" más que el "tener". Aprender no implica coleccionar diplomas y conocimientos, sino crecer. Y nos acercamos a la sabiduría aplicando cada uno por si mismo y no a la sombra de nadie, lo que hemos aprendido. Está en cada uno dar lo mejor de nosotros a la sociedad y seguir sin importar lo que otros hagan mientras no desmedren nuestros derechos, sabiendo que jamás debemos invadir el campo de los derechos ajenos aunque ellos estén en la otra vereda de la vida.
Para poder vivir en paz, se deben sembrar semillas de paz… Si seguimos con rencores, las heridas jamás sanarán, y cada vez estaremos más lejos de la sabiduría.
Continuará…
Sandra Gutiérrez Alvez