El arte en su marco teórico.
El arte y sus manifestaciones, siempre han tenido de alguna manera un marco teórico que los regule, desde los antiguos cánones de belleza, perfectos, de la Grecia clásica, hasta las inefables creaciones postmodernistas. Muchas veces ese marco ha sido inmanente, otras irrefutablemente puro, y ha llegado hasta lo difuso e ilimitado; la mayoría de las veces nació después de la obra creada, y ni siquiera estuvo en el pensamiento inicial del artista, pero sin duda que en su evolución se convirtió en ley, para él y sus seguidores. Algunos de esos marcos permanecieron durante siglos inamovibles.
En todas las épocas, los críticos y teóricos jugaron un papel fundamental en este proceso, pues muchas veces los propios protagonistas solo se regían por la necesidad de expresión y la secular manera endiosar el amor por el arte que profesaban. Además, escribir sobre estas teorías ha sido necesario siempre, no solo para el artista, la obra y su perpetuación, sino para el crítico, como una necesidad natural de manifestación.
También es cierto que el tiempo ayuda en la evolución, o involución de las teorías, porque nada más correcto en el arte, que crear reglas para luego violarlas estableciendo nuevas y hasta contradictorias pautas a seguir. Esa es la historia de la teoría, en el límite de la caída de cada época y el nacimiento de la siguiente. Hoy, toda teoría, además de respaldar y propugnar la permanencia de ciertos cánones, tantas veces descubiertos a la mejor manera newtoniana, fortuitamente al caer la manzana de la causalidad, está presente en el sustento de muchos, críticos, maestros, performance, estudiantes, gestores, seguidores, y un sinfín de otros oficios y profesiones afines que generan actividades alrededor de ellas. Igualmente todos sabemos que los cánones académicos, basados fundamentalmente en la razón, nunca le quitan al arte, a la obra y al artista, el aporte sensitivo y hasta espiritual, que une el sujeto interior con el objeto concluido.
Ser sensitivo ante la obra de un artista es parte del trabajo de un crítico humano, aunque existan defensores de la crítica elitista, racional y enmarcada únicamente en los cánones académicos, otros guiados por modas u estilos pasajeros y a hasta efímeros; felizmente existen otros que como humanos, somos más críticos, de esta forma, dejamos que el arte cumpla la función que debería, la de tocar la esencia humana y transformarla ante cada nueva obra, para permanecer en ella, más allá de la razón.
La sensibilidad es una herramienta de disfrute instantáneo que puede dejar improntas y perpetuar en nuestra naturaleza las sensaciones que produce el disfrute de la observación ante una buena pieza de arte; porque de otra forma, el arte se convertiría en una mera ciencia.
Salma Hassan
julio 2011.
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