En la historia
de las culturas prehispánicas sudamericanas, en el lapso de su hegemonía, en la
plenitud de su desarrollo, en la luz descollante de sus emociones transformadas
en ideales, no cabe duda de que el hombre, esa manufactura perfecta del
universo, supo a costas de sus propias pasiones implantar acerbos, deseos,
cultos, reverencias en la combinación de su intelecto y la naturaleza quien
supo obedecer fervientemente a la curiosa solemnidad humana. Tengo guardado en
mi mente un lugar especial y tan lleno de misticismo, cuya nación fue cobijo de
muchas tribus y manifestaciones migratorias, convirtiéndose en imponentes
civilizaciones sudamericanas. Es sabido, por supuesto de que gracias a las múltiples
hallazgos e investigaciones y aportes de geniales investigadores, historiadores
y arqueólogos como Julio C. Tello, Paul Rivet, José Varallanos, Augusto Cardich;
es que podemos contar de amplísima información acerca de los pueblos
prehispánicos del Perú y su potencial desarrollo cultural.
Hubo, en la
antigüedad, muchos pueblos y tribus que llegaron y se asentaron, de acuerdo a
las investigaciones, en una región portadora de una fértil tierra y aromada de
una gran energía como lo tiene Huánuco y sus provincias cercanas; dos de mayo,
ambo y lauricocha, donde se encuentra el hombre más antiguo de América. Es esta
región septentrional, una de las cunas de las civilizaciones prehistóricas andinas
del Perú y de América, conjuntamente con caral, de cuyas culturas fueron
nutriéndose muchas otras en los milenios venideros. Huánuco es una tierra de
exuberante cultura antigua, no he conocido un sitio tan lleno de historia viva
y latente en cada rincón de sus pueblos, sus mitos, costumbres y leyendas que
erigieron su envidiable civilización.
Huánuco
alberga diversas culturas y civilizaciones con inquietudes de estrella porque
en ella reside un enorme valor humano de ingenio, fuerza y redención.
Detengámonos
un poco en el tiempo, como se suele decir cuando inhalamos el aliento
embriagado por el aire de recuerdos y nostalgias, y remontémonos a aquellos
días autóctonos y febriles por el afán de perennizar el sentimiento, orgullo y
reverencia humana del cual sus manos en conjunta aleación con el espíritu
de la naturaleza lograron exhumar del fondo del barro templos, murallas,
fortalezas, cerámica, pictografías y riquezas arquitectónicas. Los Huánucos, Yarowilcas,
los chavin, los kotosh, los Chupachos, Huacrachucro, los Pilcos y muchas otras culturas y etnias
desarrolladas en esta mítica región, todas ellas de importante valor humano y
de un legado cultural que asombra y enorgullece, bendecida por la tierra y los
Jircas, tan vasto de influencia energética, será tal vez que muchas de las
naciones antiguas en el principio migraron hacia esta región bañado por éter
fértil de sus ríos Huallaga, Higueras, Pachitea y Marañón, que abrazan con
total dominio y recelo, señal de afecto incondicional desde el principio de la
creación.
Es por lo tanto
Huánuco una nación híbrida, tan llena de energía y misterio que, después de
haber caminado con suma paciencia y detenimiento admirando insoslayablemente
cada rincón y esquina, confundir en ello el alma en su soledad y el silencio en
cada cerro, cada nube, cada historia anonadados por el rictus del aire de la
antigüedad, el ruido humano del pasado que rompe el oído por el eco de su grito
fervoroso en el presente. Se puede detener uno en cada lugar a apreciar e
imaginar los lugares y momentos después de haber realizado una lectura sobre
tantas leyendas huanuqueñas, que por cierto parten de una realidad porque la
mente, para poder forjar una imagen debe tener un patrón cognitivo, juicioso,
para desarrollar la forma, el tiempo y espacio pues nada es por pura ocurrencia.
Hace mucho leí
en una revista extranjera, no recuerdo el nombre de la autora, ni el nombre de
la revista, pero aquella mujer refirió una frase imborrable de mi mente y que
más o menos dice así: “Grecia es un lugar donde cada piedra tiene una historia
y cada rincón su leyenda” así es en Huánuco, no es la otra Grecia pero sí está
llena de enigma.
Por ello se
enerva el alma, se entrecorta el aliento, se entumece el cuerpo cuando creemos
en una realidad fidedigna y lejos de prejuicios verídicos o no, Gabriel García
Márquez dijo: “una novela es la transcripción de la realidad” y como todos
sabemos una narrativa novelesca no siempre es real, Mario Vargas llosa dijo en
uno de sus discursos por haber sido galardonado con el premio nobel de
literatura que este mismo es una fantasía, vivimos entonces en armonía de lo
que es realidad y fantasía si falta uno el otro perece y no existe jamás, el
uno es porque existe el otro. Una historia, una leyenda, una tradición es la
arteria cervical de un pueblo, es la vena aorta que mantiene latente sus
costumbres y pasiones, su fe, idiosincrasia y cultura, es el cordón umbilical,
el nexo entre el pasado rescatable e imperturbable con la inverosímil realidad,
porque una nación no es real sin su alma de fantasía. La historia popular jamás ha sido pueril ni
morirá en la pubertad, mas por el contrario su espíritu es longevo y vivirá en
la eternidad de su tradición difusora.
Si bien es
cierto que muchas de las culturas antiguas lucharon por la defensa y ampliación
de su territorio, aunque para tal consecución tuvieron que ensangrentar las
tierras y defender su supremacía haciéndola infranqueable, también es cierto de
que fueron otros tiempos en que cuya única ley era la del más fuerte amparada
por dioses y cultos paganos a los que rendían culto y reverencia, pero como es
lógico si queremos aprender de ellos no será de dicha manera, puesto que ahora
en nuestros tiempos tenemos leyes humanitarias, de lo que debemos aprender y
sentirnos orgullosos es de nuestra identidad y pasado cultural y que despierte
el afán de investigar nuestro territorio; eso es amar nuestro pasado. Una
nación que ama o vive obsesionado con el pasado no es retrograda porque rinde
culto vivo a sus antepasados dándoles connotación en el presente, como dijo el
doctor Antonio Brack a los jóvenes: “descubran el Perú” es una palabra que
redunda en todo sentido.
“El Quillarumi” fue una voz articuladora quien
me dijo aquella frase interesante y misteriosa, pero quién más dispuso de su
tiempo y arte como mi gran amigo e investigador cultural el Dr. Antonio Mais,
lo conocí en una de mis visitas al fabuloso museo y sitio arqueológico de
kotosh, a unos pocos kilómetros de esta acogedora y mencionada ciudad, al saber
de mi inquietud e interés por dicha cultura en una conversación tan grata y
llena de placentera comunicación, Antonio comenzó a desmembrar en cada palabra
que tildaba de emoción, la descripción y explicación de este milenario
asentamiento cultural; kotosh, donde se encuentras fantásticamente labradas
“las manos cruzadas”. Prorrumpiendo a cada instante por la incomodidad de
conocer, Antonio respondíame con total propiedad y firmeza totalmente orgulloso
de su cultura, ¡de nuestra cultura! y como no, un gran difusor de éste de
manera desinteresada, porque debe ser así y es muy alentador conocer personas
que dediquen parte de su vida a la investigación de los pueblos y descubrir los
cimientos escondidos de nuestra verdadera nacionalidad y porque este hombre tan
humilde como inteligente, en sus años de dura dedicación pudo aprender y
conocer, amar y difundir, por el sacrificio y la satisfacción que le embarga al
dar a conocer el valor magnifico que encierran estas ruinas arqueológicas y por
el gran asombro y conocimiento con que se retiran los turistas embelesados por
la genial visita. Pero que sin embargo mi gran amigo Antonio, por difícil que
parezca pensarlo, también tiene detractores, antagonistas de los buenos
valores, y opositores al conocimiento de su propia identidad culpables del
déficit turístico y que siempre empujan el carro hacia atrás, cuando por el
contrario lo que viene realizando este notable hombre es loable, ponderable,
altruista y asimismo se debería enseñar a todas las personas, en las escuelas, en
los medios de comunicación, en las revistas, en las agencias de viajes, esta
amplísima información histórica, valorar y condecorar a quienes hacen de su
vida un sacrificio de entrega por perennizar nuestras raíces. Cuándo fue
concebido que para realizar una determinada labor en pro de la educación y el
conocimiento es necesario ser un titulado en el tema. La Dra María rowstorovsky
fue autodidacta y su libro “historia del tahuantinsuyo” fue el libro mas
vendido por su vasto contenido histórico y fidedigno; María Reiche fue una
colaboradora del Arqueólogo Julio C. tello y del Dr. Paul Kosok. brillante
mujer que dedicó 50 años al estudio, la investigación, comprensión y difusión de
las líneas de Nazca por el gran afecto y confianza que tuvo por este territorio,
dando a conocer al mundo de este increíble calendario astronómico incrementando
el turismo y por lo tanto más trabajo y divisas para el Perú, no hay mujer que
haya tenido tan abnegada entrega e inmenso cariño al Perú como María Reiche. La
cultura jamás debe ser negada a nadie y muy por el contrario debería estar al
alcance de todas las mentes, gracias al aporte de personas como Antonio que
impulsan la cultura y la educación por medio de su genial libro “Quillarumi”
que nos menciona acerca de los Quilcas o pinturas rupestres, pictografías
grandiosas del hombre prehistórico peruano, halladas maravillosamente
representadas en una enorme y enigmática piedra cuya forma semeja a la media
luna y después de una sutil caminata por ella, transformada en perfil de hombre
cuya cueva se eleva altamente en su cerro saboreando el aire fatigado, el limbo
de la noche, y luciérnagas que custodian su portada como si llevaran una
antorcha de bienvenida.
En el
Quillarumi se pueden apreciar muchas figuras esquematizadas pero simbólicas,
muy simbólicas, hay una en especial que llama en demasía la atención, se trata
de una representación pictográfica de las etapas biológicas y evolutivas de un
batracio, así de asombroso es este bello lugar que indudablemente es materia de
estudio asiduo.
Continuando
con esta bella región donde el encanto de la emoción es imperecedera es así cuando
se viaja infatigablemente por riberas, praderas y valles como por el rio Hucallaga.
No hay piedra que se esconda desprendida de su misterio y elevada por la brisa
del rio, es en la margen de sus sueños donde navega el mío y el de muchos seres
cuando por toda su extensión maravillosa ostentan observar y hayan sentido en
el tacto de la vista, sus valles, los
cerros llenos de verdor que demuestran en cada perfil contrastada por la luz
del día, muchas erosiones pétreas algunas antropomorfas, pero no obstante
invitan a la imaginación del viajero o por lo menos quien pudiera tener una
imaginación minuciosa y esquiva al prejuicio. Sus casitas, lindas casitas elevadas
por el capricho del suelo unas de otras, accidentadas, enternecidas,
minúsculas, casitas de barro abrigadas en el remanso de sus tejas, que cobijan
en su sombra al hombre austero y risueño que en cada crepúsculo de su alma a
comulgar se va con su pacha enamorada, acompañado siempre de melancólicos
burritos o algún otro animalito. Existe también una inquietud que es una
interrogante cual observar viejos y olvidados muros de barro que se logran
presentar al transitar por este sosegado río que cruza el valle, exactamente
desde el límite de Huánuco con ambo hasta Batanchaca; que es desde donde pude
yo contemplar, muy ocultos en una atmosfera de magia, entre arbustos y grietas
del tiempo que simulan algunas, coronas de dos aguas cuyas puntas exigen ser vistas,
alumbradas de noche por el pigmento claro del cielo estelar y en sus paredes de
vacío se baña el recuerdo con brillo lunar, aquellos recuerdos que se quedarán
en el paladar de la memoria… de mi memoria. Cabe decir que allí, sin duda existe
un arco iris de humildad, de enigma, de soñar, donde se armonizan los valles,
las piedras, la gente, su río, la fauna, la flora, las casitas y la cultura de
quienes son herederos; los Chupachos
No es evidente
porque hay que ser un buen observador para lograr apreciar ciertas figuras antropomorfas
genialmente labradas por las cinceladas del tiempo, posicionadas
estratégicamente para esperar y saludar al visitante, de frente, de espalda o
simplemente recostado. El Pilco Mozo uno de ellos, pues se trata de una figura
pétrea inclinada de medio cuerpo hacia atrás con la cabeza ligeramente
levantada y reclinada en una piedra inmensa y las piernas dobladas como si se
tratase de una plácida mecedora, debajo de esta figura se encuentra otra
maravilla rocosa, tiene la forma de un hombre parado e inclinado con el hombro
a una piedra enorme y con la mirada contemplando el horizonte y eso no es todo,
para cerrar este conjunto de maravillas naturales se encuentra cerca de estas
dos figuras, pincelada por la naturaleza divina un caballo raudamente atrapado
en su recorrido entre los arbustos como un fuego violento y arrojado en el
tiempo, eternizado para el deleite de las vistas, los viajeros y los amantes.
Huánuco tiene
innumerables razones para ser visitada y diversos lugares a los que yo no pude
ir todos llenos de historia, interrogantes a cada paso y las respuestas en su
silencio.
Por último el
hombre debe seguir sus pasiones, esa inquietud indomable de pragmatizar los sueños
y que impulsa la voluntad para realizar lo que a uno más le apasiona, lo
enfermiza y es febril a sus buenos deseos, esa burbuja palpitante en el ventrículo,
ese nudo en la aorta, esa expresión asombrosa por el ensueño irreal que
contiene su retina. ¿Cuándo la flor a su aroma no permite escape? La verdadera
expresión del alma es cuando esta se entrega a firmes pasiones porque es
inherente al ser humano, todos lo poseen pero la mayoría inhibe su alma y sus
emociones y pocas son liberadas.
Tildemos el
misterio con palabras de prisma, maticemos el tiempo de los años con caricias
de pincel, enorgullezcámonos por el legado de conciencia y el espíritu del
pasado, seamos libres por nuestro criterio todos tenemos el deber de ser
embajadores de nuestra propia cultura, tradición e idiosincrasia. Miremos
nuestro territorio de mil maneras y descubramos lo que hay en ella.
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ResponderEliminarMOVIL 51959077552.